Al editor:
Con respecto a “The Axe Is Sharp”, de Maureen Dowd (columna, 19 de noviembre):
Mientras leía la columna de la Sra. Dowd sobre si el presidente Biden debería postularse para un segundo mandato, me sorprendió un paralelo histórico. Al igual que Biden, el presidente Lyndon B. Johnson había servido a un presidente profundamente carismático y utilizó su amplia experiencia senatorial para sellar la visión de ese presidente con legislación.
Pero ante problemas de salud y una popularidad cada vez menor debido a la guerra de Vietnam, así como una oposición sorprendentemente fuerte por parte de Robert F. Kennedy, Johnson decidió que su momento había pasado.
Como ha señalado David Axelrod, es hora de considerar permitir que otros líderes demócratas den un paso al frente. Biden ha servido honorablemente a la nación durante más tiempo del que la mayoría de los estadounidenses han estado vivos, guiando al país a través de tiempos oscuros y dejando una clara huella legislativa.
Para su canto de cisne, puede tratar de mantenerse en el poder hasta los 86 años. O puede optar por guiar a la nación pacíficamente a través de la turbulencia de la tormenta electoral que se avecina, no desde la campaña electoral, sino como una presencia constante en el Salón Oval. Oficina. No se me ocurre ningún servicio superior.