Con la llegada al poder de Javier Milei, también se pone sobre la mesa su propuesta por abolir el Banco Central y establecer un régimen de libre competencia de monedas, lo que podría conducir a dolarizar la economía. Los expertos han señalado que la promesa del líder de La Libertad Avanza (LLA) se debe manejar con cautela, mientras que organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) e inversores muestran optimismo ante la medida.
El debate de la dolarización no es nuevo en Latinoamérica, ya que naciones como Panamá, El Salvador y Ecuador ya han efectuado este modelo que ha marcado diversas trayectorias en sus economías. Ahora, con Milei en la Casa Rosada, el debate resurge y se abre uno nuevo, ya que esta medida ocasionaría que las empresas y ciudadanos puedan optar por el dólar estadounidense como medida de reserva, método de pago y unidad de cuenta.
Bajo las experiencias de la dolarización de los países latinos, la atención se centra en Argentina y la posible adopción del billete verde por el nuevo gobierno de la nación suramericana.
Hoy en día, Argentina enfrenta una inflación del 142.7% anual con un 40.1% de la población bajo la línea de pobreza, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos del país. Por otro lado, el precio del dólar se ha disparado cerca del 200 % en el año y ha dado más motivos a Milei para apostar por una dolarización.
Especialistas señalan que la dolarización sería positiva gracias a que las crisis monetarias se desvanecerían y habría un crecimiento económico a la par de que más argentinos salgan de la pobreza. De igual manera, al llenar de dólares la economía argentina, se observaría una caída en la inflación al igual que en El Salvador, donde el índice de precios pasó de marcar dos dígitos a 1.9 % en 2002.
Cabe resaltar que un proceso de dolarización no es algo que se pueda aplicar inmediatamente, ya que el economista Claudio de Rosa, investigador del Observatorio de Políticas Públicas de la Facultad de Economía de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) de El Salvador, admitió que llevar a cabo la dolarización en El Salvador no fue sencilla y tomó cinco años a causa de la falta de dólares para comprar de regreso todos los colones que se encontraban en circulación. Principalmente por este factor es que se critica a Javier Milei y la viabilidad de su propuesta.
Dolarizar a Argentina, ¿imposible?
De acuerdo con Diego Chameides, economista jefe del Banco Galicia, la dolarización en Argentina no es imposible, pero reconoce que la actual situación del país complica que este proceso se lleve a cabo sin que se pase por un periodo “bastante traumático de reordenamiento de variables macroeconómicas”.
Por otra parte, la escasez de reservas en dólares del Banco Central de Argentina sigue siendo un problema que además requerirá de financiamiento, donde Milei estima necesitar cerca de 30 mil millones de dólares. Ante este escenario, expertos apuntan que las entidades potencialmente acreedoras, por el riesgo de que Argentina pueda entrar en “default”, se verán orilladas a imponer condiciones más estrictas a la nación, como por ejemplo realizar un ajuste fiscal que sea importante, creíble y duradero.
La dolarización sería fundamental para abordar el problema central de Argentina, la inflación, derivada principalmente de un exceso notable de oferta de pesos y una demanda muy baja de estos en el contexto macroeconómico, donde algunos países eligen la dolarización como respuesta a una inflación descontrolada causada por la política monetaria, es decir, emitiendo moneda para financiar gastos públicos. Esta medida haría que la emisión de dinero esté bajo la influencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, lo que algunos Estados han intentado como una señal de credibilidad. Chameides destaca que la principal ventaja de dolarizar la economía argentina sería la reducción rápida de la inflación, ya que, al eliminar el peso y con el tiempo, la inflación tendería a ser similar a la estadounidense, como lo que ocurrió con El Salvador.
Alquimia monetaria y la pérdida de autonomía
Al dolarizar una economía, se cede el control sobre la emisión de dinero a la Reserva Federal de Estados Unidos en lugar del banco central local, lo que implica una pérdida de autonomía monetaria.
De acuerdo con expertos, en una economía no se pueden realizar tres acciones simultáneamente: mantener un tipo de cambio fijo con otra moneda, permitir libre movimiento de capitales y tener una política monetaria independiente. Un ejemplo de ello es Dinamarca, que, a pesar de tener su propia moneda, tiene un tipo de cambio fijo con el euro, perdiendo la independencia en su política monetaria al seguir las acciones del Banco Central Europeo (BCE), por lo que en caso de que Argentina optara por dolarizar su economía, se vería obligada a alinearse con la política monetaria de Estados Unidos.
El problema sería al momento en que la Fed requiera una política monetaria expansiva, pero Argentina necesite de una restrictiva, debido a ello, el país sudamericano no podría utilizar su propia política monetaria, sino que estaría obligado a seguir exactamente lo que la Fed decida y de esta manera el territorio argentino quedaría ligado a lo que dicte Estados Unidos.
En septiembre, aproximadamente 200 economistas expresaron dudas sobre la idea de dolarizar la economía argentina, según reportó La Nación. Estos expertos criticaron que “Las alquimias monetarias no son sustituto adecuado de un firme compromiso con el equilibrio de las cuentas públicas”. Algunos incluso advirtieron que esta medida podría desencadenar una hiperinflación. Uno de los firmantes del comunicado calificó esta propuesta como una mala decisión para una economía como la de Argentina, según declaraciones al medio argentino.
Además, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha señalado que la dolarización de la economía argentina «no reemplaza» todas las políticas macroeconómicas necesarias para el país.
Sin duda, Milei se enfrentará a diversos desafíos políticos y económicos para implementar su propuesta. Además, la aprobación del Congreso argentino es un requisito clave, lo que podría ralentizar o incluso obstaculizar el proceso de dolarización y eliminación del Banco Central.