El caso de las vibraciones
Un lado sostiene que la opinión pública sobre la economía ahora está siendo impulsada por factores no económicos y, en particular, por vibraciones o un estado de ánimo predominante que colorea nuestra percepción de la realidad. Desde este punto de vista, el ambiente actual es tan mordaz y severo que la opinión pública ya no responde a la realidad económica material: el “ambiente” es malo, por lo que los votantes no pueden ver que la economía es buena.
Estrictamente hablando, no hay razón para que las vibraciones no puedan basarse en condiciones económicas tangibles (como la desaparición de los controles de estímulo), pero en la práctica esto termina siendo un argumento de cómo los factores no económicos impiden que los votantes aprecien la economía. Esos factores podrían incluir medios conservadores, redes sociales cínicas, la crisis de salud mental, una resaca pandémica, el presidente Biden o cualquier otra cosa que pueda debilitar el espíritu económico de los estadounidenses.
Bien podría haber algo en el argumento de las vibraciones. Incluso puede que haya mucho de eso. Pero simplemente no hay mucha evidencia que lo respalde. Esta parte se basa fundamentalmente en un diagnóstico de exclusión: si no aceptamos el argumento económico, entonces debe ser no económico, y si no es económico, realmente puede ser cualquier cosa. El poder de las vibraciones aquí es naturalmente indeterminado, y permitir un poder explicativo ilimitado a una teoría sin evidencia debería hacer reflexionar a cualquier pensador serio.
Si este lado del debate es correcto, las consecuencias para Biden serán bastante sombrías. Desde este punto de vista, la economía debería estar ayudándolo, pero en cambio presumiblemente será un lastre importante. Un hombre blanco moderado de 81 años puede ser el peor demócrata posible para cambiar la vibra en TikTok.
El caso de la economía que lo explica todo
El otro lado del debate sostiene que la explicación es fundamentalmente económica, pero que las estadísticas económicas habituales no reflejan claramente los factores que arrastran a los consumidores hacia abajo.