Buenos Aires. La histórica Plaza de Mayo, donde las multitudes argentinas se congregan para festejar o protestar ruidosamente, se ha convertido en escenario para una silenciosa muchedumbre nocturna cada vez más numerosa: las personas pobres que buscan un plato de comida caliente.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó que la pobreza alcanzó a 40.1 por ciento de la población de Argentina en el primer semestre de este año. En tanto, el nivel de indigencia fue de 9.3 por ciento frente a 8.1 por ciento del semestre anterior, una magnitud que podría afectar las posibilidades del gobierno para los comicios presidenciales de octubre.
“Es cartonear (juntar residuos para reciclar) desde la mañana hasta las 7 u 8 de la noche para ganar 3 mil pesos (4 dólares al tipo de cambio informal o casi 9 al oficial) o 4 mil pesos. ¿Qué haces con eso? Nada”, dijo a Reuters Erica Maya, una mujer viuda de 45 años y seis hijos que hacía una larga fila por un plato en la Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires.
“Es mejor y conveniente venir acá, que comés mejor. Te vas con la panza llena y contentos”, explicó mientras aguardaba la comida que ofrece una organización no gubernamental.
Como consecuencia de la prolongada crisis financiera, la pobreza subió desde el 39.2 por ciento registrado en el segundo semestre de 2022 y analistas prevén que el nivel de pobreza sea superior en la segunda mitad de este año.
En el primer semestre de 2022 la pobreza había sido de 36.5 por ciento.
La población total de las 31 aglomeraciones analizadas por el ente de estadísticas oficial alcanza a 29.4 millones de personas.
La delicada situación ha puesto en jaque al gobierno de centroizquierda, que buscará lograr el triunfo en la segunda vuelta el 22 de octubre, cuando el ministro de Economía Sergio Massa enfrente en los comicios al ultraliberal Javier Milei y a la ex ministra de centroderecha Patricia Bullrich.
“Se necesitan políticas de Estado que sean consensuadas y que apunten a la producción y al aumento del trabajo. Si no conseguimos eso, que va a ser una cuestión muy difícil, es casi imposible que podamos salir de esta situación”, señaló Eduardo Donza, especialista del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica.
En medio del penoso contexto, muchos argentinos recurren a empleos informales para complementar sus bajos ingresos o apenas subsistir.
“Esto yo lo hago para darle de comer a mi familia y es una medida que tomé porque está complicado conseguir trabajo en este momento (…) Entonces recurrí a vender tortillas y buscar el modo de subsistir para mi familia y mi hija”, dijo Diego Ortiz, de 30 años, al tiempo que cocinaba tortillas de harina sobre brasas para vender en un suburbio de Buenos Aires.