Por Jennifer Medina
Cuando la campaña de Harris dio a conocer su primer anuncio televisivo dirigido a los electores latinos, algo evidente fue la ausencia de una palabra: latinos.
En su lugar, el anuncio incluía referencias sutiles para los votantes sobre la vicepresidenta Kamala Harris, quien, al ser hija de inmigrantes, es como ellos y le interesan sus problemas.
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Son 60 segundos en los que aparecen imágenes de niños morenos y familias jugando en parques, mientras que un narrador con un ligero acento español relata la historia de Harris.
Tanto los demócratas como los republicanos saben que atraer a los electores latinos será clave para ganar la Casa Blanca este año. Los latinos todavía constituyen uno de los grupos de electores de crecimiento más acelerado.
Es un grupo con una gran proporción de jóvenes y menos lealtad partidista que muchos otros grupos.
Por ello, es especialmente notable que los demócratas, que hace cuatro años perdieron un gran número de partidarios latinos, no estén tomando medidas evidentes para atraerlos.
En vez de anuncios llenos de promesas de una reforma migratoria y frases en español, los demócratas optaron por mensajes sobre la economía, por hablar sobre el costo de la vivienda y los medicamentos o por repetir sin parar la promesa del sueño americano.
En síntesis, intentan atraer a los votantes latinos tratándolos como al resto de los electores.
Este cambio no solo representa un giro en su estrategia política, sino que es señal de una metamorfosis en la forma en que se percibe la identidad latina.
En vez de dirigirse a los electores latinos como si fueran un enigmático grupo nicho con un conjunto limitado de intereses, los demócratas parecen haber reconocido que los latinos comparten la misma serie de prioridades que otros votantes.
Este año, más de 36 millones de latinos podrían votar, es decir que, sin duda, forman parte de la cultura dominante.
Este enfoque lo ejemplifica una de las mayores estrellas latinas del partido, la representante Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York, quien ha hecho énfasis constantemente en la clase económica y lo volvió a hacer la semana pasada en su discurso durante la Convención Nacional Demócrata, televisado en todo el país, en el cual relató cómo fue su niñez con una madre dedicada al trabajo doméstico y que debía hacer la tarea en la mesa del comedor de otras personas.
“Para mí, esto constituye una parte enorme de la urdimbre que es la experiencia del latino en Estados Unidos”, señaló en una entrevista.
“Muchos de nosotros pertenecemos a cierto tipo de clase baja o de servicio, o crecimos en ella. Así que me parece que centrar los mensajes en las inquietudes y experiencias de ese tipo de vida es lo que se necesita para conectar con la comunidad latina”.
Desde hace varios años, muchos demócratas latinos han criticado a su partido por dar por sentado que cuentan con esos votantes o sencillamente aceptar ideas equivocadas.
Insistían en que los latinos no son un monolito, por lo que una estrategia única de divulgación no era suficiente.“Siempre es el mismo mensaje, todos dicen lo mismo”, comentó el representante Maxwell Frost, demócrata afrocubano del centro de Florida y el miembro más joven del Congreso.
“Pero ahora de verdad vamos comprendiendo que hay muchas comunidades, así que se requieren opciones distintas, más estratégicas, para conocerlas y conectar con ellas. No tenemos que conformarnos con repetir la misma cantaleta contra Trump una y otra vez”.
Las encuestas demuestran que las principales preocupaciones de los latinos en materia de política pública coinciden, en general, con las de otros electores.
Suelen darle prioridad al empleo y la economía por encima de la inmigración.
De cualquier manera, la campaña de Harris todavía planea tener muchos anuncios en español; esta misma semana salió al aire uno en el que promete “reforma migratoria” y también un proyecto de ley de seguridad en la frontera.
En los últimos dos ciclos electorales, muchos demócratas supusieron que el expresidente Donald Trump ahuyentaría a los latinos, sobre todo por su retórica y sus políticas hostiles en materia de inmigración.
Pero sucedió lo contrario, Trump logró avances con los electores latinos en muchas áreas del país, en parte porque apeló a su patriotismo y creencias religiosas, además de que reforzó su imagen de macho.
“Siempre hemos tenido claro que lo que más les importa a los latinos es la economía, el sueño americano y tener oportunidades”, comentó Daniel Garza, presidente de Libre, iniciativa que desde hace varios años se ha centrado en las relaciones con los hispanos conservadores.
La campaña de Trump se dedicó a reforzar esas relaciones en los últimos cuatro años estrechando lazos con las Iglesias evangélicas hispanas y cambiando la estrategia de la campaña para conectar con los latinos estadounidenses.
Y los demócratas se han percatado. Durante su convención, se hicieron menos alusiones directas a la política de identidad, que en el pasado eran tan poco sutiles que resultaban irrisorias (la ocasión en que el presidente Joe Biden acercó al micrófono su teléfono con la canción “Despacito”, el éxito de pop latino, viene a la memoria, junto con la proliferación de mariachis).
De cualquier manera, hay acciones que a algunos les parecen zalamerías vergonzosas y a otros les parecen llamados a la acción atractivos, como cuando Eva Longoria, la actriz convertida en activista liberal, encabezó la semana pasada a una multitud que gritaba a coro: “She se puede!”.
Era un juego de palabras basado en la frase “¡Sí se puede!”, que se convirtió en la consigna de la campaña de Barack Obama en 2008 (aunque su origen se remonta a los sindicatos de trabajadores agrícolas en los años setenta).
En muchos sentidos, los demócratas se habían tardado en actualizar su percepción de los electores latinos desde 2008, cuando Barack Obama alcanzó un nivel récord de apoyo con una mayoría de más de dos a uno sobre su oponente republicano, John McCain.
Pero el universo ha experimentado cambios drásticos desde entonces, y muchos más votantes latinos actuales ya nacieron en Estados Unidos, así que es más probable que consuman información en inglés que en español.
El número de latinos con derecho a votar aumentó más de cuatro millones desde las elecciones presidenciales anteriores en 2020, en las que Trump mejoró con respecto a la contienda de 2016.“No quieren que los inviten a otra fiesta. Quieren estar en la misma fiesta que los demás”, explicó Carlos Odio, fundador de Equis, grupo de investigación de ideología demócrata que se concentra en los electores latinos.
“Los latinos quieren que los acepten como ciudadanos cien por ciento estadounidenses”. Además, los latinos han mostrado una lealtad mucho menor hacia el Partido Demócrata de lo que esperaban antes los estrategas.
Y las encuestas indicaban que Biden era especialmente impopular, pues un porcentaje mayor de votantes latinos que de la población general lo consideraba demasiado viejo para desempeñar funciones presidenciales.
Ahora que Harris es la candidata demócrata, Equis calcula que todavía es posible persuadir a alrededor de un 15 por ciento de los electores latinos y que por lo menos una tercera parte de ellos no votaron en 2020.
“Este es el elemento que está en mayor disputa, los votantes irregulares que no tienen una identidad partidista incondicional”, opinó Odio.
“Es igual de probable que voten o no voten, y son los más difíciles de convencer”.
Pero esas mismas encuestas muestran que los electores latinos son más optimistas que los electores en general, lo que podría ser indicador del motivo detrás del alza en entusiasmo por la campaña de Harris.
El equipo de campaña señaló que mantendrá un enfoque dirigido y no dejará de enviar representantes como Ocasio-Cortez a hacer campaña en Nevada ni de centrarse en la economía.
c.2024 The New York Times Company