El retorno inminente de Donald Trump a la Casa Blanca, ha dado a los broligarcas, una plataforma para extender su poder mucho más allá de Silicon Valley, Hollywood, Wall Street y Washington, por lo que ahora son quienes dictan las reglas del juego en Estados Unidos.
Los broligarchs, como son definidos por los medios tradicionales norteamericanos, representan nueva casta de élite económica y política, cimentada gracias al ascenso político del Trumpismo.
En un momento en el que las divisiones sociales se profundizan, los broligarcas, los magnates de la tecnología y las finanzas que acumulan no solo gran capital, han emergido en la escena política como los verdaderos arquitectos del poder norteamericano en el mundo contemporáneo, o al menos por primera vez han hecho tan notorias sus ambiciones políticas.
TE PUEDE INTERESAR: Acusado de intento de asesinato contra Trump, será juzgado un año después
En ese sentido y liderando esta élite y el más cercano al presidente-electo Donald Trump se encuentra Elon Musk, el hombre más rico del mundo y dueño de una cartera que abarca desde Tesla hasta X (ex-Twitter), quién además terminó donando 260 millones de dólares a la campaña de Trump.
Musk no solo está presente en los grandes eventos del gobierno entrante, como las reuniones con líderes internacionales, sino que también actúa como un intermediario entre potencias extranjeras, moldeando políticas que deberían ser solo competencia para diplomáticos y presidentes.
Ha trascendido que ha influido en conversaciones con figuras como Vladimir Putin, Volodymyr Zelensky, Recep Tayyip Erdoğan, Javier Milei y Giorgia Meloni, mientras que su respaldo a candidatos clave para puestos de gabinete, como Howard Lutnick para el Tesoro, refuerza la idea de que su papel en la administración Trump podría ser algo más que simbólico.
No obstante, a este se suma Peter Thiel, cofundador de PayPal y Palantir, quien no solo ha sido mentor de J.D. Vance, el vicepresidente electo, sino también uno de los principales financiadores de la maquinaria política de Trump.
Otros como Marc Andreessen y David Sacks han destinado millones de dólares a campañas y estrategias que aseguran la perpetuación de su influencia en los pasillos del poder.
Las redes de los broligarchs se extienden a una nueva geopolítica que combina capital sin restricciones con autoritarismo disfrazado de pragmatismo.
Mientras anteriormente, los oligarcas rusos acumulaban poder al amparo de sistemas sin regulación, los broligarchs han perfeccionado el modelo, utilizando la tecnología y los mercados globales para consolidar su control.
Lo que los hace particularmente peligrosos es que sus productos, redes sociales, inteligencia artificial, plataformas de pago, no solo dominan la economía; dominan la vida misma.
El retorno de Trump no es simplemente una anécdota política, sino un punto de inflexión. La administración entrante parece estar diseñada para permitir que estos magnates acumulen aún más poder mientras debilitan las estructuras democráticas tradicionales. La victoria de Trump refleja un electorado que, frustrado por la falta de soluciones del liberalismo tradicional, ha optado por un modelo que privilegia a unos pocos en detrimento de la mayoría.