Uno pensaría que un grupo de poder que se designa humanista y es encabezado por una mujer tomaría con sensibilidad extrema la denuncia de una mujer que asegura haber sido violentada sexualmente por su medio hermano, aunque el medio hermano sea una figura de la 4T, un ídolo popular y se llame Cuauhtémoc Blanco. Pero no. La respuesta de ese grupo parece encaminarse al clásico cierre de filas 4T, a juzgar por lo que proyectó ayer el exgobernador Cuauhtémoc en una rueda de prensa en Cuernavaca, en donde aseguró que el que nada debe, nada teme, y que no pedirá licencia como diputado federal. Sólo faltó el “y me la pelan”. La 4T, mientras, destituyó al fiscal que abrió el caso de la media hermana. Hubo una época en que los exgobernadores pagaban, caro, por sus supuestas o probadas fechorías (Granier, Vallejo y Reyna, Duarte, de Veracruz; Medina y El Bronco, Duarte, de Chihuahua; Yarrington y Hernández, Borge, Torres, Padrés, Sandoval, el góber Marín). Hoy, aunque sea un caso de tentativa de violación a una media hermana, no pasa nada. Para eso están las amigas y los amigos. Para eso sirve la lealtad a la 4T.