Casi todo el mundo sabe que Fidel Castro –asistido por su hermano Raúl y el médico argentino Ernesto “Che” Guevara– lideró el movimiento que derrocó al régimen de Fulgencio Batista en Cuba en 1959. Lo que mucha gente no sabe es que la Revolución Cubana nació en México y se inspiró en la Revolución Mexicana.
El 26 de julio de 1953, intentando derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, Castro encabezó un grupo de 150 revolucionarios en un ataque al cuartel militar Moncada en Santiago de Cuba. El asalto fue derrotado y Castro fue sentenciado a 15 años de prisión, pero debido a la presión pública, él y su hermano Raúl junto con un gran número de otros revolucionarios cubanos fueron liberados de prisión en 1955 como parte de una amnistía general para los presos políticos.
Raúl y los demás exiliados huyeron a México y Fidel los siguió poco después, volando a Mérida el 7 de julio y dirigiéndose a la Ciudad de México. Se reunió con Raúl en el apartamento de la exiliada cubana María Antonia Gonzaléz en el barrio de Tabacalera, donde conoció al Che Guevara por primera vez. El apartamento se convirtió en el puesto de mando y en una red de casas clandestinas en la Ciudad de México que se convirtieron en lugares seguros para los revolucionarios.
Mientras tanto, las casas seguras comenzaron a entrenar a los exiliados para el regreso a Cuba. Castro impuso normas estrictas y rigurosas a los soldados. Los revolucionarios practicaron remo en el lago del Parque Chapultepec, recibieron entrenamiento físico y de defensa personal del luchador profesional mexicano Arsacio Vanegas y realizaron prácticas de tiro en el campo de tiro Los Gamitos en la delegación Álvaro Obregón.
En marzo de 1956, Guevara encabezó un campamento guerrillero en el rancho Santa Rosa, cerca del pequeño pueblo de Santa Catarina Ayotzingo en el estado de México. Raúl fue responsable de reunir a los exiliados cubanos que habían huido a México. Para obtener ayuda en la adquisición de armas y transporte a Cuba, Fidel recurrió al armero y contrabandista de armas mexicano Antonio del Conde Pontones, alias “El Cuate”.
Los exiliados cubanos –conocidos como Movimiento 26 de Julio, o M-26-7– habían abandonado Cuba sin nada, incluidos recursos. Castro y sus tropas vivían de frijoles y arroz y frecuentaban puestos de tacos. Sin embargo, las revoluciones necesitan dinero y Castro desarrolló un plan audaz para obtener financiación. En “Guerrillero del tiempo”, una memoria que reúne horas de entrevistas entre el revolucionario y la periodista cubana Katiuska Blanco, Fidel relató un viaje a la frontera entre Estados Unidos y México en McAllen, Texas, donde cruzó a nado el Río Grande y entró ilegalmente. Estados Unidos para reunirse con el deshonrado ex presidente cubano Carlos Prío Socarros, que había estado exiliado tras ser depuesto por el golpe de Batista de 1952; Castro y Prío tenían un enemigo común en Batista.
Castro relata en sus memorias – “Guerrillero del Tiempo”, escrita por la biógrafa Katiuska Blanco basándose en horas de entrevistas – que fue “humillado” al pedirle a Prío dinero que sabía que había sido robado del Tesoro cubano, pero que de todos modos aceptó el efectivo.
Consciente del plan de los hermanos Castro para derrocar a Batista, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía política mexicana, había estado monitoreando los movimientos y acciones del Movimiento 26 de Julio. Un informe escrito por el capitán de la DFS Fernando Gutiérrez Barrios, fechado el 24 de junio de 1956 y mantenido oculto durante décadas en los archivos confidenciales del Ministerio del Interior, delineaba sus planes.
Barrios fue un temido agente de la DFS y durante años fue responsable de la persecución de los movimientos campesinos, sindicales, estudiantiles y guerrilleros del siglo pasado. En julio de 1956 Castro y Guevara fueron detenidos. Luego de varias semanas de detención, el expresidente Lázaro Cárdenas intervino para liberarlos. Cárdenas, general constitucionalista de la Revolución Mexicana, había sido un reformador de izquierda muy popular durante su mandato y continuó apoyando a Castro después de la victoria de la Revolución Cubana.
En un giro extraño, Castro y Barrios formaron una relación basada en la amistad y el respeto mutuo. Castro le dijo al biógrafo Blanco que consideraba a Barrios un “amigo” y un “caballero y hombre honorable”.
Después de que Castro y Guevara fueron liberados, comenzaron a implementar su plan. Después de 18 meses de planificación, sus soldados habían sido entrenados, habían adquirido las armas necesarias y Antonio del Conde les había encontrado un aventón: un pequeño yate de segunda mano llamado “Granma”, amarrado en Tuxpan, Veracruz. Tenían previsto reunirse con el resto de los insurgentes en el hotel Mi Ranchito en Xicotepec de Juárez, en el estado de Puebla, para ultimar sus preparativos de último momento.
Antes de salir de la Ciudad de México, Castro fue a reunirse con su amigo Barrios por última vez y le expuso sus planes. En una entrevista con la BBC en 1999, Barrios admitió que conocía todos los detalles de sus planes y retrasó intencionalmente una investigación para darles tiempo de embarcarse hacia Cuba.
El 25 de noviembre de 1956, los 82 insurgentes llegaron a Tuxpan y se subieron al Granma, un barco que normalmente podía transportar de 10 a 12 personas, y partieron en su traicionero viaje a Cuba.
Cuando llegaron a las costas de Cuba, naufragaron en la costa sur y fueron descubiertos y emboscados por las autoridades cubanas, que mataron a todos menos a ocho hombres. Fidel, Raúl, Guevara y algunos de sus hombres –con sólo siete cañones entre ellos– huyeron a la Sierra Maestra.
Los miembros del Movimiento 26 de Julio pasaron los siguientes dos años reclutando y entrenando a más insurgentes y luchando contra el ejército de Batista. En la víspera de Año Nuevo, Batista huyó de Cuba hacia la República Dominicana, y el ejército guerrillero de Fidel, compuesto por 9.000 efectivos, entró triunfalmente en La Habana. Castro se convirtió en Primer Ministro de Cuba y permaneció en el poder durante 49 años, muriendo en 2010 a la edad de 90 años.
Castro admitió que la revolución cubana probablemente no hubiera sido posible sin la Revolución Mexicana que la precedió 50 años antes. Proporcionó el modelo para la Revolución Cubana. “México era un país que había hecho una gran revolución en la segunda década del siglo XX.th siglo, una revolución que tuvo mucho prestigio y dejó mucho pensamiento progresista y un gobierno estable”, recuerda en “Guerrillero del tiempo”.
Los recordatorios de los 18 meses de exilio de Castro en México todavía son visibles hoy en la Ciudad de México. El edificio en 49 José de Emporan donde María Antonia González tenía un apartamento está marcado con una placa que conmemora el lugar donde Castro y Guevara se conocieron por primera vez. El Café La Habana, que afirma haber sido lugar de reuniones entre los revolucionarios cubanos, todavía se encuentra en el barrio Juárez.
Fernando Barrios llegó a ser director de la DFS de 1964 a 1970, durante el apogeo del terrorismo de estado en México. La controvertida agencia, que cometió una letanía de violaciones de derechos humanos y sufrió una corrupción generalizada, se disolvió en 1985. El edificio que sirvió como sede del DFS, donde Castro y Guevara fueron detenidos, es ahora el Sitio de Memoria Circular de Morelia en Roma. Norte. Es testigo de las violaciones de derechos humanos que ocurrieron durante las décadas de 1960 y 1970 y se dedica a prevenir esas prácticas en el futuro.
Sheryl Losser es una ex ejecutiva de relaciones públicas, investigadora, escritora y editora. Lleva 35 años escribiendo profesionalmente. Se mudó a Mazatlán en 2021 y trabaja a tiempo parcial realizando investigaciones y redacciones independientes. Puede ser contactada en [email protected]