Recientemente mi amigo Tom me regaló un libro de Peter Zeihan titulado “El fin del mundo apenas comienza”. Es una gran lectura: un título provocativo con conclusiones aún más provocativas. Lo que motivó a Tom a dármelo fueron los comentarios y predicciones de Zeihan sobre China, América del Norte y específicamente México cuando “comienza el fin del mundo”.
Como dice el subtítulo, el libro trata de “mapear el colapso de la globalización” y presenta argumentos muy convincentes sobre qué países serán los ganadores y los perdedores si la reversión de la globalización se convierte en una realidad plena. Según el análisis de los datos realizado por Zeihan, es innegable que la reversión ya está en marcha y se está acelerando. La mayoría de nosotros, de una forma u otra, ya estamos empezando a sentir este cambio en las tendencias de la globalización, con palabras como nearshoring, friend-shoring, localización y desglobalización cada vez más en nuestro vocabulario. Pero nos cuesta entender qué significa exactamente todo esto. ¿Quién se verá afectado y cómo? ¿Y con qué rapidez se producirán los cambios y los impactos?
Zeihan, con todo detalle, describe a qué tendencias clave prestar atención y qué impacto podrían tener en el futuro del mundo. Aunque no puedo hacer justicia a las 498 páginas de análisis que hace en su libro en una breve columna, hay algunas conclusiones clave que creo que son especialmente relevantes para aquellos de nosotros que tenemos la vista puesta en América del Norte. Entre los muchos indicadores que investiga, la demografía, la producción de energía y la producción de alimentos están cerca de la cima de una lista exhaustiva y me llamaron la atención.
Para su análisis demográfico, Zeihan se centra en la tasa de natalidad, la tasa de migración neta y la edad promedio de la población de cada nación. Muchos países, incluidos Japón, China, Rusia, la mayor parte de Europa y partes del sudeste asiático, tienen poblaciones cada vez más envejecidas (lo que significa menos consumo), con tasas de natalidad inferiores a las de reemplazo y bajos niveles de migración. Esto resultará en un mercado interno en rápido declive y, en última instancia, en una disminución del nivel de vida de sus residentes, ya que más personas reciben recursos del gobierno de las que aportan al sistema.
Mucho se ha escrito recientemente sobre cómo la población de China está alcanzando un preocupante punto de inflexión negativo. En otros países del mundo, los líderes están destacando cada vez más los riesgos y los importantes impactos negativos de tasas de natalidad tan bajas y poblaciones que envejecen rápidamente en sus economías. América del Norte, en términos relativos, está en mucho mejor forma que la mayor parte del resto del mundo en todos estos aspectos clave de la demografía.
Con respecto tanto a la producción de energía como de alimentos, Zeihan centra su análisis en qué países son importadores netos versus exportadores netos, así como en la fuente de las importaciones. En otras palabras, qué países son más “autosuficientes” y cuáles dependen más de otros países para obtener alimentos y/o energía.
En su investigación, países como China, gran parte de Europa y partes de Asia son excepcionalmente dependientes (y por tanto mucho más vulnerables en un mundo en proceso de desglobalización) del suministro de alimentos y energía de otras naciones. En un mundo hiperglobalizado en el que todos estaban conectados y cooperando, esto fue muy útil para estos países. De cara al futuro, Zeihan no está tan convencido y prevé importantes perturbaciones y problemas potenciales.
América del Norte, por otra parte, es extremadamente autosuficiente en ambas áreas y, como resultado, corre relativamente mucho menos riesgo.
El libro continúa argumentando que la combinación de tasas de natalidad relativamente altas, una población relativamente joven, una migración neta positiva y la autosuficiencia alimentaria y energética posicionan a América del Norte como un gran beneficiario del inminente colapso de la globalización. La gran población de la región (con espacio y recursos aún significativos para albergar a muchas más personas), los abundantes recursos naturales y el menor costo de la mano de obra de los trabajadores mexicanos en la región refuerzan aún más el argumento de Zeihan de que América del Norte será el ganador indiscutible como país. El colapso de la globalización se acelerará en los años venideros.
Estaba tan intrigado por su análisis y el potencial de lo que todo podría significar para México que me comuniqué directamente con Zeihan para discutir más a fondo.
Hablamos durante casi una hora y realizamos una “inmersión profunda sobre el colapso de la globalización desde el punto de vista de México”. Específicamente, ¿qué significa todo esto para México? ¿Qué tan real es esta oportunidad? ¿Qué necesita hacer México para capitalizarlo? ¿Qué debe priorizar México?
Compartiré esos comentarios de Peter, junto con mis pensamientos, en la columna de la próxima semana. ¡Manténganse al tanto!
Travis Bembenek es el director ejecutivo de Noticias diarias de México y ha vivido, trabajado o jugado en México por más de 27 años.