La carretera que une a las tres ciudades hermanas de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, tenía un crucero de ferrocarril, precisamente donde hoy se encuentra el kilómetro 1,140, que nosotros familiarmente llamamos el 11-40.
Ese crucero fue sumamente peligroso durante muchos años. Ruta de mucho tráfico automotriz en la cual no faltaron los «intrépidos» que quisieron ganarle el paso al ferrocarril, con funestas consecuencias.
El origen de la presente leyenda se remonta a la década de los treinta, cuando sucedieron dos accidentes que conmovieron a toda la comunidad.
Uno de ellos, el de una familia que al regresar de un festejo en el Centro Campestre Lagunero, la embestidura del tren les produjo el fallecimiento de todos los ocupantes del vehículo, entre quienes se encontraba una agraciada señorita, hermana de famoso pelotero de aquellos años.
Otro hecho similar fue cuando perdió la vida una señorita de origen judía, conocida en los altos círculos sociales y dueña de una cuantiosa fortuna.
No pasó mucho tiempo para que corriera el rumor de que en el 11-40 se aparecía el fantasma de una joven mujer, de rostro muy pálido y cabellera castaña, que le llegaba casi hasta la cintura. Su vestido era blanco, con el faldón hasta los pies, propio para ceremonias o grandes festejos.
Quienes la han visto cuentan que parece caminar lentamente, y que a veces aparenta flotar de un lado a otro para luego detenerse a la vera del camino, haciendo señas a los automovilistas pidiendo llevarla; por lo general esa petición siempre es cuando se viene de Gómez a Torreón.
Debido a la gran cantidad de percances con el ferrocarril, fue tomada la inteligente decisión de construir un paso a desnivel; a pesar de ello, el fantasma se sigue apareciendo.
Un taxista relató a los periódicos locales su terrible experiencia, ocurrida en los años cincuenta.
Cuenta el trabajador del volante que viniendo de Gómez, cuando se aproximaba al desnivel referido, vio una persona haciéndole señales; al acercarse se percató de que era una mujer joven con un vestido largo y blanco; recordando el rumor tan extendido, le llegó cierto miedo y aceleró su automóvil.
Creyendo haber pasado a la mujer miró por el espejo retrovisor, helándosele la sangre al ver qué en el asiento trasero venía como pasajera la espectral aparición.
Fue una suerte que no hubiese salido del camino, pero casi perdió el conocimiento por la impresión. La joven acompañante le sonrió en forma macabra y desapareció. El impacto fue tan tremendo, que el taxista se enfermó muy seriamente.
Quien esto escribe conoce desde su juventud los «decires» sobre el fantasma de la bella mujer, por lo que nunca se ha arriesgado a pasar por allí después de ponerse el sol.
Verdad o mentira, la leyenda del fantasma del 11-40 sigue viva. Si usted lo duda… atrévase a venir de Gómez después de la medianoche.
Esta leyenda fue recopilada por Mario Sergio Muares Gómez, y apareció publicada en el libro Habla el Desierto, Leyendas de La Laguna, editado y publicado por El Siglo de Torreón en el año de 1997.