Ciudad de México. Contaminar es un privilegio de ricos en medio de las metas globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar un planeta habitable. Entre sus hábitos de consumo y movilidad, así como inversiones en industrias contaminantes, el 1 por ciento más acaudalado de la población mundial generó en 2019 la misma cantidad de emisiones que los 5 mil millones de personas que componen los dos tercios más pobres, revela un estudio de Oxfam y el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI, por su sigla en inglés).
En conjunto, esos 77 millones de personas que conforman el 1 por ciento más rico de la población mundial fue responsable de 16 por ciento del total de emisiones, por encima de lo que generan todos los desplazamientos en coche y el transporte por carretera –15 por ciento, de acuerdo con Our World in Data–. “A pesar de ser masivo, el consumo personal de los superricos queda eclipsado por las emisiones resultantes de sus inversiones en empresas”, que tienen una cuota de entre 50 y 70 por ciento de la contaminación de la cual son causantes.
En 2022, Oxfam llevó a cabo un análisis de 125 multimillonarios; en promedio, cada uno emitía 3 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año a través de sus inversiones, más de un millón de veces más que el promedio de alguien de 90 por ciento más pobre de la humanidad. Incluso de esos 125 sólo uno invirtió en una empresa de energía renovable. Y la proporción de inversiones multimillonarias que se invirtieron en industrias contaminantes fue el doble que la del inversor promedio.
Limitar el calentamiento global a largo plazo a 1.5°C requiere una reducción de 48 por ciento en las emisiones globales totales para 2030, respecto a los niveles de 2019. Sin embargo, contrario a reducir su huella ecológica, ese 1 por ciento de la población mundial duplicó sus emisiones de dióxido de carbono entre 2000 y 2019, mientras que 99 por ciento restante las redujo en 30 por ciento.
Las proyecciones del SEI y Oxfam muestran que bajo la tendencia actual, en 2030, las emisiones de consumo per cápita de los superricos del mundo (el 1 por ciento ) serán 22 veces mayores que el nivel compatible con el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5°C. En contraste, las emisiones de la mitad más pobre de la población mundial se mantendrán en una quinta parte del nivel compatible con la misma meta de temperatura.
En México, durante el año de estudio, el 1 por ciento más rico contaminó más que el 80 por ciento del país. “Hace un par de semanas el huracán Otis impactó en Guerrero. Afectó a todas las personas, pero perdieron más quienes menos tienen. Es crucial comprender que la crisis climática y la crisis de desigualdad son una sola (…) un impuesto a los más ricos es fundamental tanto para atender y mitigar la crisis actual como para reducir las emisiones de CO2” afirmó Alexandra Haas, directora ejecutiva de Oxfam México.
La organización calcula que gravar los ingresos del 1 por ciento más rico a una tasa de 60 por ciento reduciría las emisiones y permitiría recaudar 6.4 mil millones de dólares al año, que podrían destinarse a financiar la transición hacia energías renovables, abandonando los combustibles fósiles. También considera que se debe anteponer el bienestar de la población y el planeta frente” a la búsqueda implacable de beneficios, la extracción y el consumo”; y dejar de usar el crecimiento del producto interno bruto (PIB) como indicador del progreso.
“Llevamos años luchando para poner fin a la era de los combustibles fósiles (…) es evidente que no lo lograremos a menos que también pongamos fin a la era de la riqueza extrema”, señaló el director ejecutivo interino de Oxfam Internacional, Amitabh Behar. “No gravar la riqueza posibilita que los más ricos nos roben, degraden el planeta y vulneren la democracia. Aplicar impuestos a la riqueza extrema aumenta nuestras posibilidades de combatir la desigualdad y la crisis climática”, enfatizó.