La urgencia de la conservación de la biodiversidad no puede ser subestimada. La pérdida de hábitats, sobrepesca, contaminación y cambio climático están llevando a las especies a la extinción a un ritmo sin precedentes.
El daño a la naturaleza tiene un efecto en cascada de magnitudes inimaginables. Las advertencias de los científicos apuntan a que los ecosistemas se acercan a un punto de inflexión. Actualmente, hay más de 163 mil especies en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés), de ésas, más de 45 mil 300 están amenazadas de extinción distribuidas de la siguiente manera: 41% de anfibios, 37% de tiburones y rayas, 36% de corales formadores de arrecifes, 21% de reptiles, 34% de coníferas, 26% de mamíferos, 12% de aves, 28% de crustáceos y 71% de cícadas. Sin contar a los insectos y otros organismos.
Y hay cuatro mil especies en peligro crítico, esto significa que, al enfrentar amenazas muy graves, muy pronto podrían extinguirse en vida salvaje. Por ejemplo, quedan aproximadamente 350 ballenas francas del Atlántico Norte, de las más amenazadas del mundo.
Que nunca se olvide que en el siglo XX muchísimos animales desaparecieron de la faz de la Tierra, entre ellos: la paloma migratoria (1914), el tigre de Tasmania (1936), foca monje del Caribe (1952), tigre del Caspio (1970), tigre de Java (1970) y el rinoceronte negro (2011), sólo por mencionar algunos.
La crisis profunda en la biodiversidad también impacta a los seres humanos, porque dependen del mundo natural para obtener alimentos, medicinas, agua limpia, aire y regulación del clima.
Bajo las amenazas de las actividades humanas, ayer inició la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, mejor conocida como COP16, en Cali, Colombia.
La COP16 sigue al histórico Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal (MGB), establecido durante la COP15, que fijó metas ambiciosas para detener y revertir la pérdida de biodiversidad para 2050 y se espera que sea la primera gran reunión dedicada a transformar esos compromisos en estrategias globales concretas.
En la COP15, el mundo se comprometió a conservar 30% de los ecosistemas terrestres y acuáticos, aunque para sostener la vida en el planeta, hay que decirlo, es insuficiente.
Esta reunión bajo el lema “Paz con la naturaleza”, a la que asisten 23 mil delegados, busca, por lo menos, cinco objetivos:
1.- La implementación del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal (MGB), acuerdo con 4 objetivos y 23 metas que busca detener y revertir la pérdida de la naturaleza, es decir, salvaguardar y utilizar de manera sostenible la biodiversidad.
2.- Financiamiento del MGB. Se negociarán los mecanismos financieros, puesto que el marco global señala una brecha de más de 800 mil millones de dólares. Por ello, se plantea un financiamiento de, por lo menos, 200 mil millones de dólares anuales para la biodiversidad.
3.- Participación directa de los pueblos indígenas y comunidades locales. Son los guardianes de la biodiversidad, ya que han sabido proteger 80% del mundo natural en sus territorios, que, de acuerdo con The Nature Conservancy, representan cerca de 22% de las tierras del planeta.
4.- Análisis de los compromisos nacionales para cumplir las metas del Marco Global Kunming-Montreal. De 196 naciones, hasta el 21 de octubre, 108 entregaron algunas metas, aunque sólo 35 presentaron completos sus Planes Nacionales sobre Biodiversidad (NBSAP, por sus siglas en inglés), Colombia y México se encuentran entre éstos.
5.- Creación de un mecanismo multilateral sobre el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados de la información digital sobre secuencias de recursos genéticos (DSI, por sus siglas en inglés).
Este último objetivo, que se enmarca en los principios del Protocolo de Nagoya, es uno de los más interesantes, porque el debate de fondo será sobre los beneficios que pueden tener los países megadiversos sobre la información genética y el uso que hace la industria global de la información digital del ADN de plantas, animales y microorganismos.
La información de secuencias digitales se refiere a los datos genómicos extraídos de organismos vivos y es de gran valor para sectores como biotecnología, farmacéutica y agricultura, ya que puede ser utilizada para desarrollar medicamentos, vacunas y semillas mejoradas, entre otros.
Aunque muchos de estos recursos genéticos provienen de países en desarrollo megadiversos, éstos no siempre reciben una parte justa de los beneficios económicos, científicos o tecnológicos derivados de su uso, especialmente cuando la información genética se obtiene sin su consentimiento previo o sin compartir los resultados de manera equitativa.
La falta de un marco internacional para regular el uso y acceso de la DSI ha generado tensiones y debates entre países. Esto requiere supervisión y transparencia.
Ahí está el reto para las naciones que cuentan con una enorme riqueza natural.
Ojalá que las discusiones en la COP16, que finalizará el 1 de noviembre, lleven a buen término los objetivos trazados y ponga en la ruta adecuada a la humanidad para estar en paz con la naturaleza, pues demasiadas amenazas enfrenta la biodiversidad, mismas que el cambio climático exacerba.
Los compromisos y acciones que se tomen ahora serán decisivos para el destino de todos los seres vivos y sus hábitats.