Una niña se posa en el hombro de su madre, cuyos ojos reflejan inquietud, mientras vadea un río con el agua hasta la cintura en el Tapón del Darién.
Otra mujer espera sentada junto a las vías del tren en su camino hacia el norte, junto a su esposo, por el centro de México. Con los ojos cubiertos por las manos, podría estar llorando. Pero la fotografía muestra que sostiene un ramo de flores de un amarillo brillante que su pareja acaba de recolectar.
Está riendo.
Los fotógrafos de The Associated Press documentaron la violencia y la vitalidad en toda Latinoamérica en 2023, creando vívidos retratos de la capacidad de seguir adelante a pesar del sufrimiento.
Las bandas ampliaron su control en Haití, aterrorizando a los civiles. En una de las imágenes, un policía viaja en la parte de atrás de una motocicleta sosteniendo a un hombre que había recibido un disparo en la cabeza.
Tras ser investido presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se para en lo alto de la rampa del palacio presidencial junto a un líder de la Amazonía ataviado con un tocado de plumas. Días después, los vidrios rotos del edificio enmarcan a un grupo de agentes antimotines en la misma rampa: habían llegado tarde para evitar un alzamiento sin precedentes que buscaba derrocar a Lula.
En Perú, los manifestantes siguieron reclamando la renuncia de Dina Boluarte tras la destitución y posterior arresto del presidente Pedro Castillo, y la policía mató a docenas de inconformes. Una fotografía muestra sus féretros alineados en una calle, rodeados por cientos de dolientes.
Vista desde el cielo con un dron de la AP, una bancada de peces se arremolina en una red lanzada en aguas azules y cristalinas. Cada vez más mujeres se dedican a la pesca para ganarse la vida en la quebrada economía venezolana. También en la costa, pero a unas docenas de kilómetros (millas) al oeste, los ambientalistas observan como una cría de la especie de tortuga marina más grande del mundo recorre su camino hacia el mar.
Los diminutos colibríes han encontrado también una vía de supervivencia en un departamento de la Ciudad de México. Alrededor de 60 ejemplares enfermos, heridos o crías se alimentan con un cuentagotas y revolotean por la improvisada clínica hasta que están bien para regresar a la naturaleza.
Al otro lado de la ciudad, en el Museo Nacional de Bellas Artes, un fornido luchador de lucha libre observa un cuadro de la serie de los nenúfares de Claude Monet. Es la encarnación de la agresividad enérgica que cede ante la gracia delicada, y el azul y el amarillo verdoso de su máscara reflejan a la perfección el agua y las plantas de la pintura.
Esa serenidad contrastaba con el caos climático en la región.
El huracán Otis arrasó el balneario turístico de Acapulco, en la costa mexicana del Pacífico, donde causó al menos 51 muertos y dejó yates apilados en las playas. Desafiando a los modelos informáticos, normalmente fiables, que preveían una tormenta tropical, el meteoro se convirtió rápidamente en un monstruo de categoría 5 que, con sus vientos de 266 kilómetros/hora (165 millas por hora), fue el más potente en tocar tierra en el Pacífico oriental. Más de un mes después, los residentes siguen retirando escombros.
El Bolivia, las mujeres indígenas vestidas con faltas de varias capas que guiaban el ascenso a la montaña Huayna Potosí, de 6.000 metros de altura, tuvieron que atravesar ríos de agua en un pico que en su día estaba cubierto de nieve, ahora derretida. Las aymara temen que el cambio climático pueda arrebatarles el trabajo.
Con tantas dificultades en sus países, muchos se marchan en busca de una vida mejor, aunque sea una apuesta arriesgada.
Un hombre sostiene en alto la maleta en la que viaja un bebé, envuelto cómodamente en mantas, mientras baja por una empinada pendiente hasta la orilla sur del río Bravo. Aún no ha entrado en el agua.
La frágil tranquilidad, por el momento, perdura.
Por David Biller, The Associated Press.