En los últimos meses se ha intensificado la presencia del crimen organizado en la minería, lo que ha causado un aumento en el desplazamiento forzado de pobladores en vastas zonas del noroeste de Sonora, incluyendo este municipio y Santa Ana.
Al principio, las víctimas creían que los delincuentes armados estaban abriendo caminos para el tráfico, pero en realidad, estaban saqueando violentamente las tierras de la población para explotarlas por su contenido de oro.
SONORA, DESTACADO EN LA EXPLOTACIÓN MINERA
Debido a su extenso territorio y variedad geológica, Sonora lidera la producción minera en México con un 33.8%, siendo el primer productor de cobre, el cuarto de plata y el segundo de oro, actividad esta última que ha sido el foco de interés de los delincuentes.
Recientemente, un operativo desalojó a un grupo criminal de una mina en La Ciénega, ubicada en Pitiquito, donde al menos ocho personas estaban explotando clandestinamente los metales.
En la operación conjunta participaron la SSP, Semar, Fiscalía General de la República (FGR) y la Agencia Ministerial de Investigación Criminal, logrando incautar maquinaria y equipo para la extracción minera.
Después de meses de investigación, inteligencia y vigilancia, se descubrió que la mina operaba sin los permisos correspondientes, causando daños al ecosistema local e incluyendo la tala de árboles y la perturbación de la vida silvestre”, informaron las autoridades.
Víctor Hugo Enríquez, titular de Seguridad estatal, confirmó que los habitantes y propietarios de la mina fueron desalojados de La Ciénega, y reconoció que hay otras áreas en Sonora enfrentando la misma problemática.
Los dueños de los ranchos no habían podido entrar a la zona por un tiempo, pero ahora han regresado y se está trabajando en la ubicación de una base operativa en El Carrizo para la región desértica de Sonora”, explicó Enríquez.
En la zona de La Ciénega, donde los criminales operaban la mina, las autoridades recuperaron ocho ranchos dedicados a la ganadería y la agricultura. Aunque se reconoce que no es el único yacimiento afectado, se mantienen reservados algunos detalles para no interferir con las investigaciones en curso.
En semanas recientes, en Santa Ana, los habitantes del ejido El Claro fueron desplazados de sus hogares y tierras por grupos armados, hecho que ha sido negado por el delegado de la FGR en Sonora, Francisco Sergio Méndez.
Testimonios de las víctimas y familias afectadas, quienes prefirieron permanecer en el anonimato por temor a represalias, coinciden en que los delincuentes no buscan abrir nuevas rutas de tráfico ilícito, sino que están aprovechándose de las tierras para su beneficio económico.
En las cercanías del ejido El Claro, en Santa Ana, se encuentran los yacimientos de la mina San Francisco y La Chicharra, áreas con historial de problemas legales y administrativos pero que confirman la presencia de metales valiosos.
Los grupos operando en la región son facciones del Cártel de Sinaloa que, desde hace tiempo, han estado en conflicto debido a diferencias entre sus líderes El Mayo y El Chapo, ambos actualmente encarcelados en Estados Unidos. Grupos como Los Salazar, Durangos, Costeños, Cazadores, La Plaza, Los Jabalíes, Los Trinis y Los Páez disputan la región tanto para el narcotráfico como para la minería ilegal.
ESPECIALISTAS DUDAN DEL ÉXITO DE LOS CRIMINALES EN LA EXTRACCIÓN DE ORO
Expertos en minería y geología consultados por Excélsior señalan que es sumamente complicado para grupos delictivos involucrarse en la extracción de oro con éxito, ya que dicha actividad requiere de un gran esfuerzo, especialización y capital para ser rentable, a pesar de que algunos intenten incursionar en ella.
Además, se suma el fenómeno del cobro de extorsiones, incluso a las grandes empresas mineras nacionales e internacionales, así como asaltos a las instalaciones.
En la zona de San Antonio de la Huerta, grupos de buscadores de oro solían unirse con maquinaria y herramientas para extraer los pequeños yacimientos de oro presentes en toda Sonora, pero eran extorsionados por los delincuentes, lo que eventualmente los obligó a abandonar esta actividad.
En regiones de la sierra entre Sonora y Chihuahua, responsables de seguridad en minas como las de Yécora revelan que incluso proporcionan información a los criminales sobre los movimientos de sus trabajadores y proveedores para evitar confrontaciones.
Los robos también son habituales, siendo uno de los más destacados el ocurrido el 11 de agosto de 2015 en la mina Noche Buena de Caborca, donde más de 20 hombres armados sustrajeron 300 kilos de oro valuados en 172 millones de pesos, un crimen que nunca se resolvió.