TEHERÁN- Los desfiles se han llevado a cabo en ocasión del comienzo de la denominada ‘Semana de la Defensa Sagrada’, que conmemora el día en que el régimen del dictador iraquí, Sadam Hussein, lanzó una guerra contra Irán entre 1980 y 1988, según informó la agencia IRNA.
En Teherán, el acto contó con la asistencia del presidente del país, Masud Pezeshkian, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general de división Mohammad Bagheri, el comandante en Jefe del Ejército, el general de división Abdul Rahim Mousavi, el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, el general de división Hosein Salamí, y el ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh.
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DESFILE MILITAR
Durante el desfile realizado en el mausoleo del fundador de la República Islámica de Irán, el ayatolá Ruholá Jomeiní, fue presentado por primera vez el estratégico misil ‘Yihad’ (sacrificio), de la nueva generación de misiles de largo alcance, diseñado y construido por la Guardia Revolucionaria.
También se exhibieron nuevos aviones no tripulados ‘Shahed’, diseñados para atacar objetivos terrestres desde la distancia, cuyos modelos anteriores son utilizados por Rusia en la guerra contra Ucrania.
Estos actos coinciden con la escalada de tensiones en Oriente Medio, después del masivo ataque con buscapersonas y ‘walkie-talkies’ en el Líbano, atribuido a Israel, que han dejado 37 muertos y 3,200 heridos, entre ellos el embajador iraní en Beirut, Mojtaba Amani.
El comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria iraní aseguró el jueves que Israel sufrirá “una aplastante respuesta” por esas ofensivas, dirigidos especialmente contra los miembros de la milicia chií libanesa Hizbulá.
El representante de Irán ante las Naciones Unidas, Saeed Iravani, advirtió, a su vez, que su país se reserva el derecho de responder legalmente al ataque que sufrió su embajador en Líbano.
Irán capitanea la alianza informal antiisraelí ‘Eje de la Resistencia’, formada por Hizbulá, el Hamás palestino y los hutíes del Yemen, entre otros.
A finales de julio, el líder de Hamas, Ismail Haniyeh, fue asesinado en Teherán durante la investidura del presidente iraní, Masud Pezeshkian, y el país persa prometió una dura venganza, que aún no se ha producido.