Hacíamos cosas juntos fuera de clase. El presidente del Tribunal Supremo, Rehnquist, el juez Anthony Kennedy, el juez O’Connor y yo jugábamos bridge con amigos y cónyuges (a menudo cambiando de pareja). Hoy en día, deduzco que los jueces que no siempre están de acuerdo sobre los resultados legales, de todos modos aceptan ir a partidos de hockey o jugar golf juntos. (¿Por qué el hockey en Washington, DC, donde abundan el béisbol, el fútbol americano y el baloncesto? Quizás simplemente les guste el hockey).
Como es bien sabido, el juez Ginsburg y el juez Scalia amaban la ópera y se hicieron grandes amigos. Incluso nos convencieron al juez Kennedy y a mí de participar en una representación de “Die Fledermaus” en la Ópera de Washington, siempre que, por supuesto, simplemente nos sentáramos en el escenario en un sofá y nunca abriéramos la boca. Sin embargo, el juez Scalia tenía una buena voz musical; él, los asistentes legales y otros jueces a veces cantaban en el tribunal, acompañados por el presidente del Tribunal Supremo Rehnquist, así como por un amigo del juez Scalia que era un excelente pianista y amaba a Cole Porter.
El juez Scalia y yo hablábamos con estudiantes de secundaria, facultad de derecho y otros públicos sobre el tribunal. Para esas audiencias era obvio que, si bien no compartíamos puntos de vista básicos sobre cómo interpretar frases legales y constitucionales difíciles, éramos amigos.
Ciertas reglas no escritas ayudan a suavizar las diferencias y mantener buenas relaciones personales entre los miembros de la corte. En las conferencias, cuando discutimos casos en privado, procedemos en orden de antigüedad y nadie habla dos veces hasta que todos hayan hablado una vez. Por lo tanto, todos podrían estar bastante seguros de que tendrían la oportunidad de hablar antes de que se tomara una decisión definitiva. (Esta regla me ayudó, porque fui el juez de menor rango durante 11 años).
Una vez que todos hubieran hablado, discutiríamos el caso, de un lado a otro. Pero rápidamente se aprendió que no ayudaba decir “tengo un argumento mejor que tú”. Es mucho mejor escuchar lo que dicen los demás y encontrar en sus puntos de vista material para llegar a un acuerdo, o tal vez a un compromiso.