El aterrizaje de emergencia que realizó en la noche del miércoles un Boeing 777 de American Airlines (AA) en EE.UU. es el último de una serie de incidentes que protagonizan los aviones del fabricante estadounidense y que han provocado que el mundo se pregunte qué está pasando con Boeing.
El vuelo 345 de AA, que había despegado de Dallas, aterrizó sin problemas en el aeropuerto internacional de Los Ángeles después de que el piloto informara que sufría un problema mecánico sin especificar, aunque algunos medios señalaron que un neumático del tren de aterrizaje explotó.
Problema tras problema
Este 2024 está siendo realmente aciago para Boeing. Y se refleja en la bolsa. Desde que empezó el año, la compañía ha perdido un 27,33 % de su valor bursátil y ha pasado de cotizar por encima de los 250 dólares a rozar los 180 por acción.
El 7 de marzo, la rueda de un Boeing 777-200 se desprendió cuando el avión despegaba de San Francisco, causando graves daños a varios vehículos aparcados en el aeropuerto.
El pasado sábado, John Barnett, un gerente de calidad de Boeing que había estado proporcionando información sobre las prácticas de la compañía de ignorar cuestiones de seguridad por razones económicas murió por presunto suicidio en Carolina del Sur.
El lunes, al menos 50 personas resultaron heridas cuando un Boeing 787-9 Dreamliner de Latam Airlines que volaba de Sídney (Australia) a Auckland (Nueva Zelanda) sufrió problemas y se desplomó después de estar centenares de metros en el aire.
Y ese mismo día, un Boeing 777-300 de United Airlines tuvo que abortar su vuelo de Sídney a San Francisco por una fuga de líquido hidráulico.
El agujero de Alaska Airlines
A principios de enero de este año, un panel que cubría el espacio para una puerta de emergencia de un Boeing 737 Max-9, de la aerolínea Alaska Airlines, se desprendió poco después del despegue del avión.
Aunque la aeronave pudo regresar al aeropuerto de Portland sin problemas y nadie resultó herido de consideración, el incidente provocó el inicio de nuevas investigaciones cuyas consecuencias todavía están por determinar.
Una investigación de FAA reveló docenas de problemas de control de calidad tanto en Boeing como en su proveedor Spirit AeroSystems. De hecho, Boeing no pasó 33 de las 89 auditorías realizadas por FAA mientras que Spirit AeroSystems, que produce el fuselaje del 737 Max-9, suspendió siete de las 13 auditorías .
Entre los problemas que reveló The New York Times, mecánicos de Spirit utilizaban una tarjeta con las que se abren las puertas de habitaciones en hoteles para comprobar el sello de las puertas del avión o aplicaban jabón líquido en vez de lubricante.
Y el miércoles, el Consejo Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSA, en inglés) anunció que tras semanas de investigaciones no puede llegar a conclusiones detalladas porque Boeing no tiene un registro y borró grabaciones de mantenimiento.
Los accidentes mortales del 737 Max-8
La crisis que vive Boeing, el segundo mayor fabricante de aviones comerciales del mundo tras la europea Airbus, se inició hace cinco años cuando dos 737 Max-8 se estrellaron en similares circunstancias en octubre de 2018 y marzo de 2019, provocando la muerte de 346 personas.
Los accidentes del vuelo 610 de la indonesia Lion Air y del vuelo 302 de Ethiopian Airlines provocaron que decenas de países en todo el mundo prohibieran los vuelos de la familia de aviones 737.
Las investigaciones revelaron que la Administración Federal de la Aviación de Estados Unidos (FAA, en inglés) había adoptado medidas favorables al fabricante en el proceso de certificación del Boeing 737 Max-8.
Boeing también ignoró las advertencias de sus propios empleados sobre el sistema de vuelo del avión y ocultó información a FAA. El fabricante aceptó pagar una multa de 2.500 millones de dólares para evitar ser imputado por fraude.
Drásticos recortes de la plantilla
El escándalo de los accidentes del 737 Max-8 forzó el despido en enero de 2020 del entonces consejero delegado, Dennis Muilenburg, y el nombramiento de Dave Calhoun, quien se mantiene como presidente y consejero delegado.
En mayo de 2020, el fabricante recortó 12.000 puestos de trabajo, cifra que llegó a los 30.000 (alrededor de un 20 % de la plantilla) antes de que acabara el año.
A pesar de los recortes, el fabricante de aviones cerró el ejercicio de 2020 con unas pérdidas récord de 11.873 millones de dólares, 20 veces más que el año anterior.