Cuentan los noctámbulos gomezpalatinos que durante las noches de luna, sobre las vías del ferrocarril; en el tramo comprendido entre las avenidas Zaragoza y Vergel, se aparece una bella mujer vestida con vaporoso camisón blanco y un velo de gasa. Su atractivo se ve acentuado por una cabellera rubia que ondea al aire en suaves movimientos.
Alta y flotando lentamente surge de entre los furgones, y va tras quienes a altas horas de la noche transitan por allí. No es una persecución con intento de alcanzar, sino un cauteloso seguimiento que algunas veces la hace emparejarse con el trasnochador. Algunos que han vivido esa experiencia cuentan haberse animado a mirar de reojo, pero no la fealdad del espectro —más bien el miedo— los ha hecho correr desaforados cuando a señas les ha pedido estar más cerca.
Chema, joven estudiante de preparatoria con casa en el Fraccionamiento Del Bosque; regresaba de dejar a su novia domiciliada en El Campestre; por tanto, tuvo necesidad de cruzar las vías férreas cerca de las dos de la mañana. Afirma que al cruzar la última fila de vagones, de la nada surgió aquella hermosa mujer detrás de él. Volvió Chema la cara y al verla, su primera impresión fue de gran halago, pues que a esa hora anduviera sobre él semejante belleza le hizo sentir afortunado. Aminoró el paso para dejarse alcanzar, pero eso no sucedió. Nuevamente volteó y ahí seguía la bella dama, cuando Chema se percató de que flotaba y le hacía señas llamándolo. Aquella visión heló la sangre de Chema; dio media vuelta y salió disparado por espacio de una cuadra, la cual le pareció la más larga de todo Gómez. Creyendo haberse distanciado lo suficiente volvió a mirar atrás, pero el hermoso fantasma ya no estaba.
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Allá sigue escondido el tesoro de Benjamín Argumedo, esperando que alguna Semana Santa un afortunado lo encuentre.
Los vecinos del lugar aseguran la existencia del fantasma. El propietario de una tortillería cercana comentaba que a tantas veces de haber visto tal aparición, ya no le inspiraba miedo alguno.
Pero… ¿quién es esa dama? Algunos con suficiente edad para recordar hechos lejanos en el tiempo, cuentan que fue la esposa de un árabe avecindado por la avenida Madero. Era un hombre sumamente celoso y frecuentemente le pegaba a su esposa por suponer que lo engañaba. En una ocasión la mujer no estuvo dispuesta a soportar más golpes, y cuando su marido comenzó a tundirla ella salió de la casa corriendo rumbo a la estación del tren; el celoso marido le dio alcance y allí mismo la mató de la golpiza.
Usted lector, ¿duda de la aparición? Cruce las vías a la altura de las calles mencionadas; hágalo después de las once de la noche… y después me platica.
Esta leyenda fue recopilada por Natalia Meza Carrales, y apareció publicada en el libro Habla el Desierto, Leyendas de La Laguna, editado y publicado por El Siglo de Torreón en el año de 1997.