Aún así, los precios de la mayoría de los productos se mantienen muy por encima de los que estaban antes de la pandemia. Una docena de huevos cuesta alrededor de 50 centavos más que en febrero de 2020. Los precios de los automóviles usados, otro ejemplo destacado del impacto de la pandemia, han caído más de un 10 por ciento desde su máximo a principios del año pasado, pero están un 37 por ciento por encima de su nivel en febrero de 2020.
Los precios de los servicios siguen subiendo más rápidamente que antes de la pandemia. Algunos economistas dicen que los precios de los bienes tendrán que caer aún más para que la inflación general regrese al objetivo de la Reserva Federal del 2 por ciento anual.
«Necesitamos una deflación bastante sustancial, y yo no llamaría ‘sustancial’ lo que estamos viendo», dijo Wendy Edelberg, directora del Proyecto Hamilton, una división de política económica de la Brookings Institution. «Ni siquiera es sustancial en un contexto histórico».
De hecho, los precios de los bienes duraderos cayeron gran parte de las dos décadas que precedieron a la pandemia. Las tendencias de largo plazo, como la globalización y la automatización, han tendido a reducir los costos de fabricación. La intensa competencia entre los minoristas, especialmente con el aumento de las compras en línea, significó que esos ahorros se transfirieran en su mayoría a los consumidores.
Los precios de los servicios, por otra parte, rara vez caen, en parte porque los salarios representan una proporción mucho mayor del costo de la mayoría de los servicios. Durante la década anterior a la pandemia, los precios de los servicios aumentaron gradualmente mientras que los precios de los bienes se mantuvieron estables o cayeron, lo que resultó en un período prolongado de inflación estable y moderada.