Siguen apareciendo noticias positivas en torno a la organización de la sanidad pública en México. La intención de la integración se comienza a convertir en hechos concretos, ya existe una comisión coordinada directamente por la oficina del secretario del ramo, encargada de organizar la demanda de atenciones específicas con las capacidades de las diversas unidades sanitarias. También existen noticias muy positivas en cuanto a la alineación de las diversas áreas de la Secretaría de Salud, regresando a la coordinación directa por la oficina del secretario, lo que, sin duda, le dará congruencia y permitirá alinear todos los esfuerzos para conseguir objetivos específicos. Personalmente viví una pequeña parte de una historia similar cuando intentamos articular un centro regulador de la emergencia obstétrica desde el Centro Nacional de Equidad de Género, sin haber logrado grandes avances, pero bajo la perspectiva vigente estoy seguro que se podrán lograr avances significativos. Como siempre, la salud materna “se cuece aparte”, en el sentido de que son muchos condicionantes sociales y económicos los que determinan el desenlace directo de cada caso, pero la coordinación interinstitucional es una piedra angular en el mejoramiento de la salud materna.
El otro punto muy delicado derivado de la salud materna es el tema de la salud del recién nacido, especialmente por la prematurez, que demanda una tecnología escasa y extremadamente cara. México no ha tenido grandes avances que presumir, al igual que casi toda Latinoamérica, de forma que seguimos con proporciones elevadas de nacimientos prematuros y elevada mortalidad de esos y esas bebés. Uno de los países ejemplares en el manejo de este dilema es Japón, quien partió del estudio estadístico por regiones, del porcentaje de niños y niñas prematuras, para instalar, de acuerdo con esa regionalización, absolutamente todas las camas necesarias de terapia intensiva para atenderlas universalmente. Por supuesto, aquélla es otra realidad económica y geográfica, es un país muy rico con una extensión territorial pequeña. México es muy diferente, lo que hace mucho más compleja la solución, pero rediseñar los distritos sanitarios seguramente ayudará para establecer una actuación sensata optimizando los limitados recursos con los que contamos.
Me llama poderosamente la atención que podamos apreciar un cambio sustantivo para mejorar en dos áreas tan importantes como la salud y la seguridad en la actual administración de la doctora Sheinbaum, y estemos muy distraídos con algo tan cuestionable y, a mi juicio, poco productivo como la reforma judicial, que presenta serias deficiencias como la carencia de una reforma del Ministerio Público.
En fin, ojalá podamos atestiguar una mejora en salud que contemple una coordinación de todos los recursos, incluyendo la capacidad instalada de la medicina privada, que podría mejorar el panorama sanitario. Yo creo que el día de hoy tenemos funcionarios de primera calidad. Ya veremos.