Berlín.- Los agricultores alemanes están en pie de guerra. Durante una semana, bloquearon las calles del país con sus tractores para protestar por los bajos precios de los alimentos.
Los agricultores exigen una subida de los precios de los alimentos, que se han mantenido artificialmente bajos durante años debido a la competencia de los supermercados y a las subvenciones de la Unión Europea.
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El principal motivo de las protestas es el recorte de las subvenciones al diésel en la agricultura, que el gobierno de coalición de socialdemócratas, verdes y liberales pretende eliminar.
Sin embargo, el recorte de las subvenciones solo es el detonante de una crisis más profunda que afecta al sector agrícola alemán desde hace años.
En primer lugar, los agricultores alemanes están sometidos a una fuerte presión competitiva por parte de los supermercados, que dictan los precios y exigen productos baratos.
En segundo lugar, los requisitos legales respecto del bienestar animal, la protección del clima y de las especies han aumentado en los últimos años, lo que ha incrementado los costos de producción.
Como resultado de estas presiones, los agricultores alemanes no pueden obtener un precio justo por sus productos.
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Según el Instituto Federal de Agricultura y Alimentación de Alemania (BLE), en 2022 los alemanes gastaron en promedio solo un 11,5 por ciento de sus ingresos en alimentación. Esto es menos que en la mayoría de los países europeos.
El ministro de Agricultura alemán, Cem Özdemir, de Los Verdes, ha propuesto aumentar gradualmente el precio de la carne para compensar los mayores costos de producción. Sin embargo, esta propuesta ha sido criticada por la industria alimentaria, que considera que hará que Alemania sea menos atractiva como emplazamiento económico.
El conflicto entre los agricultores y el Gobierno alemán es complejo y no tiene una solución fácil.
Por un lado, los agricultores necesitan precios más altos para cubrir sus costes y poder seguir produciendo alimentos de calidad. Por otro lado, los consumidores alemanes están acostumbrados a precios bajos, y una subida de los mismos podría tener un impacto negativo en su poder adquisitivo.
Con información de agencias