Después de 30 días cerrado por los estragos que dejó el huracán Otis a su paso, el icónico bar Tabares en este puerto abrió sus puertas nuevamente la noche del jueves. Es parte de la reactivación de la vida nocturna, pero también de empleos.
Esta es la entrada a la Costera Vieja, aquí en el puerto de Acapulco, a mis espaldas se encuentra el bar Tabares. Es tanta su importancia que es la única zona iluminada de esta parte. Como podemos ver en las imágenes, en el fondo de esta calle está totalmente oscuro, esto quiere decir que solamente se habilitó la luz para esta zona del bar”, dijo Gema, bailarina.
—¿Qué significa la reapertura de Tabares para ustedes?
—Para mí, en lo personal, significa algo padre, porque hay que aprovechar ahorita que hay muchos de la CFE, de Telmex, hay muchos hombres… estuvo mal lo del Otis, pero por otra parte, estuvo chido porque trajo muchos clientes, y todo este año estuvo muy flojo”, narró la mujer.
En la reapertura hubo clientes de todo tipo, desde quienes llegaron a Acapulco para reglar comida a través de organizaciones internacionales, empleados de empresas que acudían aún con uniformes y hasta residentes.
Pese a la desgracia que significa Otis para Acapulco, para los table dance es la mejor época del año. Así lo considera Gema, quien lleva cuatro años en este lugar.
—¿Dirías que están en la mejor época del año ahorita?
—Sí, porque hace dos semanas abrieron un table que se llama Samantha’s y yo me fui a trabajar para allá y me fue muy bien, en un día saqué lo de mi semana.
Tabares es uno de los clubs nocturnos con más historia en Acapulco, lleva 36 años abierto.
Has ayer, después de un mes de que Otis arrasara con este puerto, reabrieron sus puertas para sus clientes y para casi 100 trabajadores que dependen de este empleo.
Aunque dentro del bar el ambiente es de fiesta, las bailarinas también padecieron los estragos. De Gema dependen económicamente sus hijos, su madre y su padrastro.
*Chilpancingo vio por un mes sus estantes vacíos ante la alta demanda de víveres. Foto: rolando Aguilar.
DAMNIFICADOS LLEVARON ESPERANZA A CHILPANCINGO
Unos días después del impacto del huracán Otis en la Costa Grande, Chilpancingo se convirtió en la fuente de abastecimiento de agua, alimentos y gasolina de Acapulco. También decenas de familias se mudaron a la capital guerrerense provisionalmente en lo que pasaba la crisis.
Los hoteles de Chilpancingo tuvieron una ocupación de 100 por ciento.
Los mercados y supermercados se llenaron de acapulqueños ávidos de alimentos. En los primeros días, las estanterías lucían vacías por las tardes. Chilpancingo se saturó ante la llegada de cientos de vehículos y la economía creció como nunca.
Juan Carlos, taxista, dijo que tenía varios años que no tenían tanto trabajo, “la economía y el trabajo en Chilpancingo tiene años que estaba muerta, las ganancias para nosotros eran mínimas, pero al comenzar a llegar la gente de Acapulco, la situación cambió, ahora sí gano igual que hace varios años”.
El mercado central y los de las colonias de la capital del estado lucían llenos desde que abrían hasta que cerraban. Las ventas se duplicaron y en algunos otros casos se triplicaron.
Fue un mes complicado para la gente de Chilpancingo, pero dejó grandes ganancias para los prestadores de servicios y comerciantes.
Por Rolando Aguilar / Corresponsal