Si alguna vez compraste bocadillos callejeros en México, es probable que te hayan preguntado si deseas agregar una pizca de Salsa Valentina. El ardor masoquista que enciende en las papilas gustativas la convierte en la campeona reinante de la salsa picante preferida para los bocadillos en México.
Esta salsa espesa y brillante está disponible en su clásica etiqueta amarilla con 900 unidades de calor Scoville, y la versión más picante con etiqueta negra tiene una potencia de 2200. Salsa Valentina ha ampliado recientemente su popular repertorio con versiones en polvo y mariscos..
De orígenes humildes a un éxito masivo
Su historia comenzó en la década de 1960 en la ciudad de Tamazula de Gordiano, Jalisco, donde Gilberto Reyna vendía una salsa llamada El Torito, muy popular en la región y distribuida en barriles a través de las tiendas locales. AUn vendedor de bloques de hielo llamado Manuel Maciel Méndez intuyó la oportunidad de negocio para rivalizar ese éxito con el suyo propio. receta familiar. Méndez creó su salsa picante y la llamó Tamazula en homenaje a su amada ciudad natal.
A medida que la fábrica de Tamazula florecía, trasladó sus operaciones a Guadalajara y lanzó Salsa Tamazula Show, una transmisión de radio local destinada a promover su producto. De 08:00 a 12:00 sólo tocaba música ranchera y frecuentemente sonaba una voz que decía “Salsa Tamazula en el desayuno, el almuerzo y la cena”.
Tras el éxito de su producto inaugural, crearon las marcas Valentina y Costa Brava. Hoy en día, las instalaciones de fabricación del Grupo Tamazula en Guadalajara se extienden por más de 323,000 pies cuadrados y permanecen bajo propiedad y operación de la familia Méndez.
Inspiración revolucionaria
El fundador se inspiró en una heroína de la Revolución Mexicana, Valentina Ramírez. Nacido en 1894 en la localidad de San Antonio, Durango. Valentina era una firme creyente en los ideales de la Revolución y decidió unirse al ejército del general Ramón F. Iturbide a la edad de 17 años en noviembre de 1910. Sabiendo que las mujeres no eran admitidas en las filas, Valentina mantuvo oculta su identidad de género bajo la seudónimo Juan Ramírez, y utilizó la carabina, cartucheras, botas, ropa y caballo de su hermano.
Su confianza en sus habilidades y su coraje más allá de los estereotipos sociales resultaron ser ciertos, ya que rápidamente fue ascendida al rango de teniente. Su carrera militar terminó en junio de 1911 cuando uno de sus compañeros le quitó el sombrero y descubrió sus trenzas. El general la felicitó por su valentía y servicio, pero inmediatamente la despidió de su ejército. En palabras del Grupo Tamazula, ella era una mujer tan feroz como la salsa que ahora lleva su nombre.
Elaboración de especias, los ingredientes detrás de la quemadura
Esta salsa picante, que es tan ligera para tu cintura como para tu billetera, está elaborada con una mezcla de chiles puya secos (más chile de árbol en la versión más picante de etiqueta negra), agua, ácido acético, sal yodada, condimentos, especias y una pizca de benzoato de sodio como conservante. La etiqueta indica que una cucharada (5 g) contiene cero calorías, grasas, carbohidratos o azúcar y 95 miligramos de sodio.
Más allá de la cocina, los talentos inesperados de Salsa Valentina
Salsa Valentina ha encontrado otros usos inesperados. En 2013, el personal de mantenimiento en Ciudad Juárez, Chihuahua, derramó accidentalmente un poco de Salsa Valentina sobre una escultura de bronce y quedaron sorprendidos por su eficacia como abrillantador de metales. La noticia se extendió como la pólvora y pronto Salsa Valentina se convirtió en un truco doméstico para limpiar metales, ollas e incluso baños. Sin embargo, si bien su contenido en ácido acético lo hace efectivo para la limpieza, puede exacerbar problemas gástricos como gastritis, colitis y esofagitis, además de dolencias que requieren una dieta baja en sodio.
En un mundo donde la tradición se une a la asequibilidad, Salsa Valentina se erige como defensora del sabor atrevido y la creatividad humilde. Ya sea que esté disfrutando de refrigerios o experimentando con alitas de pollo en su cocina, su precio garantiza que todos puedan saborear las delicias picantes de este alimento básico mexicano.
Sandra es una escritora y traductora mexicana radicada en San Miguel de Allende que se especializa en salud mental y ayuda humanitaria. Ella cree en el poder del lenguaje para fomentar la compasión y la comprensión entre culturas. Se puede contactar con ella en: [email protected]