Schiff, un prodigioso recaudador de fondos, había conseguido desde temprano el respaldo de la mayoría de sus colegas demócratas en la gran delegación de la Cámara de Representantes de California, a muchos de los cuales ya había apoyado antes. Entre ellos se encontraba la ex presidenta Nancy Pelosi, para quien Schiff había sido durante mucho tiempo un lugarteniente confiable. Porter aprovechó la recaudación de fondos de base y su popularidad entre los progresistas más jóvenes, muchos de los cuales veían a Schiff como un actor demasiado del establishment.
Luego, en octubre, Garvey entró en la carrera, convirtiéndose instantáneamente en el republicano más conocido entre un campo de unas dos docenas de contendientes. El nombre de Garvey todavía goza de un importante reconocimiento entre los californianos mayores, y los funcionarios del Partido Republicano lo recibieron como un nombre que podría movilizar a sus votantes.
En declaraciones a los periodistas en su fiesta la noche de las elecciones en Palm Desert, California, Garvey calificó las primarias como “el primer juego de la doble cartelera”, en declaraciones que se transmitieron por KCRA-TV. “El segundo partido va a ser desalentador”.
“Creo que debería ser emocionante para todos ustedes”, añadió. “Quiero decir, ahora es competencia real”.
En tres debates televisados, Garvey se presentó como una presencia unificadora y se negó a decir si votaría por Trump o aceptaría su respaldo. Sus posiciones políticas eran vagas y se saltó la mayoría de los otros foros de candidatos.
Pero los anuncios de Schiff mejoraron su posición en las encuestas, al igual que una campaña publicitaria de 10 millones de dólares contra Porter que fue lanzada en los últimos días por multimillonarios tecnológicos e intereses en criptomonedas.
El informe fue aportado por Jill Cowan de Long Beach, California, Colleen Hagerty de Los Ángeles y Vik Jolly de Palm Desert, California.