Leópolis- “Tras haber perdido a mi amado, me encontré en la oscuridad más completa, sin aire, con un millar de agujas en mi cuerpo y un abismo sin fondo en el pecho. Es como despertarse cada mañana y morir una y otra vez”, dijo a EFE.
Ha pasado casi un año y medio desde que su marido, Volodímir Gunko, de 33 años, murió en combate en la asediada Bajmut.
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Gunko era uno de los miles de civiles que se ofrecieron voluntarios para la defensa de su país, aunque contaba con cierta experiencia militar obtenida durante la guerra en el Donbás en 2014.
“Todos tenían miedo de luchar. Pero decidieron convertirse en un escudo entre nosotros y la horda (los rusos). Y quiero hablar de ello, para que otros no olviden lo que hicieron”, subraya.
Ayudar a otras viudas, a aquellos que lo tienen todavía más difícil, ha ayudado a Borkun a sobrevivir. El resto de la sociedad, también conmocionada por la guerra, así como el Estado, con frecuencia no han sido capaces de proporcionarles el apoyo necesario.
“¿Acaso no es el infierno sobre la tierra quedarse sin un protector, un sostén, el amor de tu vida, en medio de la guerra?”, pregunta Borkun de forma retórica.
Mientras experimentan un dolor inmenso, estas mujeres aún tienen que cuidar de sus hijos y “trabajar por dos” mientras que lidian con los numerosos problemas burocráticos.
Con sus últimas fuerzas, acuden a diversas oficinas para obtener los documentos que necesitan para enterrar a sus parejas o para probar su relación. Las actitudes con las que las reciben los sobrepasados funcionarios también varían.
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Así, algunas personas dirigen su agresión contra las viudas, acusándolas de “permitir” a sus maridos que fueran a la guerra.
“Es una carga que sobrepasa incluso al más fuerte”, afirma Borkun.
Incapaces de encontrar ayuda en otro sitio, algunas viudas empezaron a hablar entre ellas a través de un chat creado por Tetiana Vatsenko-Bondareva. Allí, encontraron empatía de las personas que estaban pasando por lo mismo.
“Dimos rienda suelta a nuestras emociones e intentamos no refrenarnos las unas a las otras. Nos permitimos soltar nuestro dolor, sentir compasión por las demás. Lloramos juntas, gritamos y compartimos recuerdos. Y nos entendimos las unas a las otras”, resume Borkun.
Cuando la comunidad se transformó en la fundación “Juntas”, Borkun cooperó con la organización de varios servicios para proporcionar apoyo legal, psicológico y financiero, entre otros.
Su experiencia previa como ejecutiva de alto nivel en una gran corporación le ayudó a estructurar estos procesos.
Además, su página de Facebook es un punto de encuentro para muchas mujeres que han perdido a sus seres queridos. Borkun pone en el foco cómo deben apoyar a una viuda sus parientes y amigos para evitar traumatizarla todavía más.
Al menos durante los dos primeros meses, las viudas no tienen control sobre sí mismas, advierte. Necesitan paciencia, apoyo y espacio, no comentarios sobre que el dolor pasará o que volverán a enamorarse de nuevo.
“No digas que la entiendes. Nadie puede entenderla, a no ser que haya pasado por lo mismo”, explica.
“Nuestra sociedad tiene que aprender a apoyar a las viudas. Ahora estamos dando los primeros pasos”, subraya la activista. Pero por desgracia, cree, el número de viudas crecerá, ya que Rusia continúa con sus ataques y su crueldad va en aumento.
Hace falta una mayor movilización de la sociedad, sostiene, y la fundación organiza muestras de fotografía y de pintura tanto en Ucrania como en el extranjero para atraer atención sobre las muertes de los soldados.
“Tenemos que estar al nivel de estos héroes. Dieron sus vidas por nosotros y tenemos que valorar eso y apoyar a las familias”, indica Borkun.
Por Rostyslav Averchuk, Agencia EFE.